jueves, 20 de junio de 2013

Tercer premio de la modalidad de narrativa del concurso literario

 
Breathless 

Abrí los ojos y miré de lado a lado sacudiendo la cabeza. Notaba un fuerte dolor en la cabeza, como si me estuvieran presionando con muchísima fuerza. Estaba un poco aturdido y me di cuenta de que me encontraba en una habitación de hospital, así que me levanté de la cama y de un tirón arranqué todas las agujas que me suministraban los sueros. Mi brazo empezó a sangrar y yo no tenía apenas fuerzas, por lo que me tuve que apoyar en una de las sillas que había en la habitación para poder abrir la puerta y salir de aquellas paredes claustrofóbicas. No recordaba cómo ni por qué había llegado allí.

Al salir me vio una enfermera, que rápidamente vino hacia mí y me hizo retroceder hasta mi cama. A ella se le sumaron dos médicos más que intentaron volverme a colocar los sueros y una vez puestos en su sitio empezaron a preguntar.
-¿Recuerdas quién eres? – me dijo el médico más alto. Este iba apuntando cosas en una pequeña libreta y me miraba fijamente tras los cristales de sus grandes gafas.
-¡Claro que sé quién soy! ¿A caso hay alguien que no sepa quién soy? –Le contesté con ira- ¡Soy Danny Gray, vocalista de Escape the Fate!
- Todos le conocemos Sr. Gray, esto es solo un cuestionario rutinario, nada más.
El médico continuó con el interrogatorio y yo respondía a las preguntas intentando hacer memoria, aunque lo que yo tenía eran más que simples lagunas mentales. Poco a poco empecé a recordar con mucha más claridad y los recuerdos me venían en oleadas a la cabeza…
- Recuerdo que quedaban pocas horas para el concierto que íbamos a dar en la ciudad y Blake y yo queríamos salir antes de tener que ir a prepararnos así que convencimos al resto del grupo para ir a un local cercano –Empecé diciéndole al médico. Al entrar todo estaba llenísimo y fuimos directamente a la barra para pedir algo.
Un empujón me sacó de mis pensamientos y de pura rabia, mis dedos apretaron con tanta fuerza el vaso que acababa de coger, que lo rompieron haciendo que los cristales me cortaran en la mano –Continué explicándole. La sangre empezó a mancharlo todo, me giré y le pegué un puñetazo al que me había empujado así que Blake decidió separarme. Un puño cerrado impactó en mi labio y Blake, que no se pudo contener, se unió a la pelea.
Nos echaron del bar y magullados, empecemos a andar por la calle. Le dije a Blake que nos fuéramos para el hotel, dentro de poco teníamos que estar preparándonos para el concierto. Este asintió y nos fuimos andando. Mientras andábamos sentí que algo me golpeaba en la cabeza y perdí el conocimiento.
-¿Recuerda quién le golpeó? –me preguntó el médico.
-Claro que no, vino por la espalda y me golpeó, además caí incosciente. Pregúntale a Blake, el tiene que haberlo visto.
-Ya le preguntemos –me respondió el doctor. Dice que no vio nada.
-De todas formas, doctor, no hay que ser muy inteligente para saber quien lo hizo, seguramente fue el del bar.
Así acabé de redactarle al doctor lo que había ocurrido y este se guardó las gafas y se marchó con su libreta en la mano después de haberlo apuntado todo, dejándome solo en mi habitación.
Lo que no le había contado al médico era que solo me apetecía ir de fiesta y beber ya que la gira que había comenzado hace un mes me había hecho dejar a una de las personas a las que más quería. Yo mismo sentía que estaba perdiendo la cabeza, la fama me corrompía en ese momento y mi egocentrismo había conseguido que dejara atrás a todas las personas menos a los de la banda. Ella no me lo perdonaría nunca. Eso mismo me dijo tras lanzarme a la cabeza casi toda la vajilla. Después de todo lo que le había prometido, me había comportado como un imbécil inmaduro. Me había convertido en la clase de persona que yo criticaba, me había convertido en un egoísta que solo buscaba la fama, el dinero, y salir en las portadas de las revistas de música sin importar el precio de ello ni a quién se tuviera que llevar por delante.
Al día siguiente me dieron el alta y el médico me prohibió el alcohol hasta que acabase de tomarme los medicamentos.
Aplacemos los demás conciertos de la gira, ya que gracias al incidente, nuestros fans se habían quedado sin concierto y nosotros lo queríamos dar así que por la noche lo dimos y todo salió perfecto. Para celebrarlo, Blake y los demás del grupo salieron y yo no quería quedarme amargado en el hotel así que salí con ellos a pesar de las advertencias del médico. Fuimos al mismo local de la última noche y no nos dejaron pasar por lo que tuvimos que buscarnos otro. Encontramos uno que parecía estar muy bien y dentro había mucha gente. La música y el ruido me retumbaban en la cabeza pero a mí me daba igual porque yo había ido allí a pasármelo bien.
Bajemos los escalones de la entrada y en una de las mesas que estaban cerca de la barra vi a una mujer que captó toda mi atención. Se parecía mucho a la mujer que mi orgullo había abandonado y por eso miré para otro lado e intenté ignorarla.
Le hice poco caso al médico, un concierto como el que habíamos acabado de dar se merecía su celebración. Mientras hablaba del concierto con Jason, el bajista, la mujer a la que había intentado ignorar se acercó con media sonrisa en la cara. Yo miré a Jason y ella me susurró al oído:
-¿Ya no me recuerdas? –Dijo con sarcasmo.
No dije nada. Mejor dicho, no pude decir nada. No entendía por qué había viajado hasta allí, ni cómo me había encontrado en aquel bar. Mi corazón se puso a latir muy deprisa, de rabia, yo no sabía el por qué de esa rabia. Ni Jason que miraba hacia otro lado ni yo, demasiado enfadado, vimos como esta mujer deslizaba la mano y metía una pastilla en el que era mi quinto vaso de whiskey a la vez que me cogía del cuello de la camiseta y me llevaba hasta la planta de arriba. Yo con una mezcla entre nerviosismo y enfado cogí el vaso y me lo bebí de un trago.
Una vez arriba, rodeó mi cuello con sus brazos, me miró a los ojos y me dijo:
-Te lo has ganado –Me dijo con una sonrisa burlona mientras me empujaba contra un sillón.
Se fue. Yo intenté levantarme para ir detrás de ella pero noté una punzada en el pecho. No podía respirar.
-¡Danny! – Escuchaba a Jason llamándome a lo lejos pero no lo veía
Al encontrarme llamó a una ambulancia, que llegó rápidamente entre sus gritos de desesperación, que veía como se cerraban ante él las puertas de la ambulancia conmigo dentro.
Siempre había pensado que acabaría de esa forma, de la misma forma que había vivido.

Javier Bolaños Moreno. 4º A. Tercer premio de la modalidad de narrativa.

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